PAAVO NURMI
Disciplino mi cuerpo como lo hace un atleta, lo entreno para que haga lo que debe hacer. De lo contrario, temo que, después de predicarles a otros, yo mismo quede descalificado. 1 Corintios 9:27.
Un tranvía eléctrico traqueteaba por la calle de Turku, Finlandia, mientras el adolescente Paavo Nurmi corría tras él. Cuando el tranvía aumentaba de velocidad, Paavo apresuraba el paso también. Sus fuertes piernas golpeaban a ritmo constante sobre el pavimento.
-Apúrate, Paavo -le gritó un amigo desde la banqueta-. ¡Lo puedes alcanzar!
-Más rápido, Paavo, más rápido -lo animó otro.
-¿Por qué no se detendrá el conductor? -preguntó un extraño que visitaba el pueblo-, ¡Cualquiera pensaría que ese chofer no quiere ver cuán urgido está ese pobre hombre de subirse al tranvía!
-En realidad, Paavo no desea alcanzar el tranvía -se rió su amigo- Corretearlo es su manera de entrenar para los Juegos Olímpicos. Hace lo mismo todos los días a la hora del almuerzo.
-¡Tiene muchos deseos de ganar! -observó el visitante con sarcasmo-, ¡Ja, el día que me vieran correteando un tranvía por el centro del pueblo!
El visitante tenía razón. Una de las pasiones que dominaba la vida de Paavo era ganar una medalla de oro en las Olimpiadas. Aunque tuvo que empezar a trabajar como jornalero a los doce años de edad, nunca olvidó su sueño. Usaba cada momento libre para correr, fortalecer sus músculos y someter el cuerpo a su voluntad, haciendo que lo obedeciera en todo. Cuando fue llamado al Ejército Finlandés, Paavo solo intensificó su rutina diaria. Con cronómetro en mano, practicaba sin cesar, luchando para superar su mejor marca.
Cuando llegó el día de la realización de su sueño, Paavo estaba listo. Estableció un nuevo récord mundial en la carrera de una milla, y fue la sensación cuando ganó las carreras de 1.500 y 5.000 metros en un mismo día. Dos días después ganó la medalla de oro en la carrera de obstáculos de 10.000 metros bajo rayos solares muy intensos, que obligaron a una tercera parte de los concursantes a abandonar la carrera antes de terminarla.
Paavo Nurmi sometió su cuerpo a su voluntad a fin de poder ganar una corona de laureles que pronto se marchitaría. Cuánto más debiéramos luchar por mantener nuestros cuerpos espirituales en perfectas condiciones, a fin de ganar la carrera de la vida eterna.