Domingo 3 de Noviembre – EL PLAN DE NOEMÍ – Devocion Matutina para Damas

RUT

EL PLAN DE NOEMÍ

Báñate, perfúmate y vístete con tu ropa más linda. Después baja al campo de trillar pero no dejes que Booz te vea hasta que termine de comer y de beber. Rut 3:3 (NTV).

Según el plan de Noemí, Rut debía ir al lugar donde quebraban el grano y lo separaban de la paja, a pedirle a Booz que la redimiese. ¡Qué riesgo! Ninguna mujer debía quedarse sola en el campo, para evitar fornicaciones (ver Oseas 9:1). Pero Rut obedeció a Noemí.

Ese plan, inspirado por Dios, encierra un mensaje de esperanza para toda pecadora que necesita desesperadamente la gracia redentora. En primer lugar, Rut necesitaba asearse, y nosotras también, en el sentido espiritual. Ningún pecador puede limpiarse a sí mismo, pues “aunque te laves con lejía y amontones jabón sobre ti, la mancha de tu pecado permanecerá” (Jeremías 2:22). Solo Cristo puede limpiarnos con su sangre y quitar la horrible mancha del pecado. Él “nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración, y por la renovación en el Espíritu Santo” (Tito 3:5).

Rut también debía perfumarse. Así nosotras, al convertirnos en hijas de Dios recibimos la unción de su Espíritu: “Fragante aroma de Cristo somos para Dios” (2 Corintios 2:15, LBLA). Pero, ¿cómo podemos emitir un aroma fragante si el orgullo ocupa su lugar? Muramos al yo, para que otros puedan aspirar el aroma de “la Rosa de Sarón, y el Lirio de los valles” (Cantares 2:1). Esta flor, cuando es desprendida del tallo vive por un tiempo hasta que muere; pero si de nuevo se adhiere al tallo de donde fue cortada, revive. La Rosa de Sarón puede representar a Cristo, quien murió y resucitó.

Luego, Rut debía ponerse su mejor vestido. Así, Jesús quiere cubrirnos con su justicia (ver Filipenses 3:9). ¡Ahora somos hijas de Dios! ¡No necesitamos ropas de luto! ¡Vistámonos con su vestido de bodas, y celebremos! (Isaías 61:1-3).

Por último, Rut debía ir a la era a pedirle a Booz que fuese su goel, su pariente-redentor. Así, humildemente, reclamaba su derecho y le declaraba su amor. Hay cristianos que no testifican del amor de Cristo porque no le han entregado por completo su corazón. No han ido con humildad a él, como hizo Rut con Booz, para reclamarlo como Redentor.

Amiga, ¡lavémonos en su sangre, perfumémonos con su fragancia, celebremos su salvación, y reclamemos a Cristo como nuestro Goel ahora mismo! –LCh

Radio Adventista

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