EXPECTATIVAS DE DIOS
“Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios” (Miqueas 6:8).
Cada fin de año se habla mucho sobre expectativas. Van desde expectativas para el Gobierno hasta para la familia; de las vacaciones al trabajo; de la salud a las emociones; de las relaciones con las personas a la relación con Dios. ¿Cuáles son tus expectativas para 2020? ¿Estás preparado para lo mejor o estás con miedo de que ocurra lo peor?
¿Qué esperas de Dios para el año nuevo? Aprovecha la motivación de estos días para presentar tus expectativas a “Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos” (Efe. 3:20). Y las expectativas de Dios, ¿están en tu lista de prioridades? Son muy simples, pero al mismo tiempo son muy profundas.
El profeta Miqueas resumió lo que Dios espera de nosotros y se lo presentó a un pueblo espiritualmente confundido y que no sabía cómo agradar a Dios. Querían ofrecer becerros de un año, millares de carneros o hasta diez mil arroyos de aceite. Llegaron a pensar en entregar a sus primogénitos (ver Miq. 6:6, 7). Pero el profeta dejó de lado los sacrificios y las donaciones y fue directamente a las intenciones del corazón, donde realmente están las tres expectativas de Dios (v. 8).
Dios espera que:
Hagas lo que es correcto. Más que recibir la justicia de Cristo, necesitamos ofrecer justicia al tratar con las personas. Decir la verdad, honrar las promesas, vivir con integridad, ser fiel en las relaciones, tratar a todos con respeto y actuar con equilibrio.
Ames la compasión. Así como Dios nos da la misericordia que no merecemos, también nosotros necesitamos ofrecer compasión a las personas; ayudar a quienes sufren, perdonar a quienes caen, tolerar a los reincidentes y controlar el propio temperamento.
Camines humildemente con tu Dios. Cristo no pide acciones espectaculares que todos puedan aplaudir, sino actitudes humildes que solo el Señor puede retribuir. Dios desea que nosotros mostremos menos orgullo, competencia, crítica y exaltación propia.
Pide a Dios que te ayude a poseer condiciones para cumplir sus expectativas. Estas darán sentido y significado a tu vida, y harán posibles los deseos legítimos de tu corazón.