Domingo 28 de Junio – UNA VIDA QUE ES UN POEMA – Devocional Damas

UNA VIDA QUE ES UN POEMA

«Háblense unos a otros con salmos, himnos y cantos espirituales, y canten y alaben de todo corazón al Señor» (Efe. 5:19).

Conocí a Mayra cuando fue mi alumna en la secundaria. Siempre alegre, positiva, receptiva y colaboradora, tenía unas cualidades sociales y espirituales que nunca te harían sospechar que padecía hidrocefalia. Años más tarde, me encontraba conversando con ella por teléfono. Aquella no era una conversación común. Ella reflejaba, en cada palabra, el espíritu de Efesios 5:19, nuestro texto de hoy.

Ineludiblemente, y con el paso de los años, la inflamación cerebral le fue produciendo una serie de daños en los nervios ópticos, de modo que para octubre del año 2009, Mayra atravesaba la peor crisis de su vida: el médico le había confirmado que no podría volver a ver. Se había quedado ciega y era una situación irreversible.

En medio de las tinieblas de la ceguera, Mayra acudió al Señor y, hablando con él, le expuso que deseaba tener un talento especial, un don para poder ponerlo a su servicio en su nueva condición de oscuridad. Ese mismo día, esta joven sencilla recibió un corazón de poeta. Mientras yo continuaba conversando con ella, se inspiró y me dijo:

«Como un joyero celestial, Dios, el Señor, perlas divinas me quiso entregar para que, entre lágrimas y sonrisas, a él yo pudiera plasmar. Por eso no hay sufrimiento que me pueda parar, porque Dios, el Señor, en una perla preciosa, con amor me pudo transformar».

Mayra no pudo ver cumplido su sueño de estudiar, pero su ser está lleno de luz. Jesús cada día le da una poesía y mucho amor y esperanza, lo cual me hace pensar en el libro de los Salmos, porque eso es lo que eran los salmos: poemas, himnos, oraciones para adorar a Dios, empleados en la antigüedad como el himnario de Israel.

Efesios 5:19 nos indica la manera en que las hijas de Dios hemos de hablar con los demás: no espaciándonos en nuestros propios pensamientos, ni fijándonos en la conducta de nuestros congéneres ni, mucho menos, comentándola para criticarla. Nuestra forma de hablar debe estar caracterizada por una alabanza continua a nuestro Dios a través de salmos, himnos, cantos espirituales y, por qué no, poemas inspiradores. Esto constituye una vacuna contra el pecado, que siempre está en pugna por emerger de nuestro corazón natural.

Radio Adventista

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