LA VIUDA GENEROSA
MAYORDOMA DE DIOS – 1
Estando Jesús sentado delante del arca de la ofrenda, miraba cómo el pueblo echaba dinero en el arca; y muchos ricos echaban mucho. Y vino una viuda pobre, y echó dos blancas, o sea un cuadrante. Marcos 12:41, 42.
Una de las enseñanzas inolvidables del Maestro de Nazaret ocurrió en el atrio del templo. En medio de los ricos de Jerusalén, que ofrendaban al templo grandes cantidades, una viuda pobre dio dos moneditas de ínfimo valor.
Cualquiera pensaría que Jesús debió elogiar a los hombres que dieron mucho y decirle a la mujer que debía conservar sus moneditas y comprar un poco de harina para el sustento de ese día, pero no fue así. La ofrenda de la viuda fue reconocida y exaltada, y la de los ricos fue exhibida y reprendida.
El Salvador no dijo que la viuda pobre dio más que uno de esos ricos, sino que ella “echó más que todos” (Marcos 12:43). Es decir, ni todas las ofrendas juntas de esos hombres igualó el valor de la ofrenda de la viuda. Respecto a la motivación, “ella creía que el servicio del templo era ordenado por Dios, y anhelaba hacer cuanto pudiese para sostenerlo. Hizo lo que pudo, y su acto había de ser un monumento a su memoria para todos los tiempos, y su gozo en la eternidad” –DTG, 567. Respecto al grado de sacrificio, a los ricos “sus grandes donativos no los habían privado de ninguna comodidad, ni siquiera de algún lujo; no habían requerido sacrificio alguno y no podían compararse en valor con las blancas de la viuda” –Ibíd.
A veces pensamos que Dios se agrada de alguna acción que realizamos porque trajo provecho a la iglesia o a alguna persona necesitada, pero hay algo en lo que conviene pensar y que Dios siempre ve: la motivación. Al respecto, Elena G. de White escribió:
“Es el motivo lo que da carácter a nuestros actos, marcándolos con ignominia o con alto valor moral. No son las cosas grandes que todo ojo ve y que toda lengua alaba lo que Dios tiene por más precioso. Los pequeños deberes cumplidos alegremente, los pequeños donativos dados sin ostentación, y que a los ojos humanos pueden parecer sin valor, se destacan con frecuencia más altamente a su vista. Un corazón lleno de fe y de amor es más apreciable para Dios que el don más costoso” – Ibíd. –FB