Domingo 25 marzo”Las abundantes bendiciones de Jesús”

Las abundantes bendiciones de Jesús

«Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús» (Filipenses 2: 5).

CRISTO AFIRMÓ que había venido a cumplir con la promesa mesiánica de traer alivio a los pobres y sanar a los quebrantados de corazón por tanta ansiedad, angustia y problemas físicos, financieros, familiares, sociales, religiosos y políticos. Él vino a traer alivio a los encarcelados y vista a los ciegos, y a poner en libertad a los oprimidos (Lucas 4: 18). El amor de Jesús por la humanidad fue inconmensurable.

Había aldeas enteras donde no se oía un gemido de dolor en casa alguna, porque él había pasado por ellas y sanado a todos sus enfermos. Su obra demostraba su unción divina. En cada acto de su vida revelaba amor, misericordia y compasión; su corazón rebosaba de tierna simpatía por los hijos de los hombres. Se revistió de la naturaleza del hombre para poder simpatizar con sus necesidades. Los más pobres y humildes no tenían temor de allegársele. Aun los niñitos se sentían atraídos hacia él. Les gustaba subir a sus rodillas y contemplar su rostro pensativo, que irradiaba benignidad y amor (E. G. White, El camino a Cristo, pág. 11).

Jesús vivió, pensó y oró por los demás. Se identificó con las necesidades de la gente. Sus necesidades y sufrimientos eran los suyos. Por ejemplo, al morir su esposo, una mujer se quedó sola con sus dos hijos pequeños. Fue desalojada de su casa por la deuda que habían contraído al tratar de curar a su esposo. Al poco tiempo, subastaron la propiedad y ella asistió para ver quién se quedaba con ella. Cuando se cerró la subasta, la mujer se soltó a llorar por su desgracia. Sin embargo, ni bien recibió las llaves de la casa, el comprador se las entregó a la mujer, diciendo:

—Fui un niño huérfano y provengo de una familia humilde. Dios me ha dado posibilidades y quiero devolverle a Dios algo de lo mucho que me ha dado. No me debe nada; es suya.

La mujer estuvo agradecida por el resto de su vida.

Si Jesús nos ha dado tanto, ¿por qué no devolverle a Dios parte de lo que tenemos? Este día, brindemos una sonrisa, un abrazo o una oración a quienes lo necesiten. Hagamos algo por los desvalidos, aun cuando eso implique privarnos de algo.

Radio Adventista

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