EL PUEBLO DE LEYES DIFERENTES
«Dijo Amán al rey Asuero: “Hay un pueblo esparcido y distribuido entre los pueblos de todas las provincias de tu reino, sus leyes son diferentes de las de todo pueblo, y no guardan las leyes del rey. Al rey nada le beneficia en dejarlos vivir”» (Ester 3: 8).
DIOS HA ELEGIDO un pueblo de leyes diferentes a las del resto del mundo. Sus leyes de salud, conducta, convivencia, adoración y moralidad, son especiales. Los Diez Mandamientos son diferentes a todas las leyes. No son ideas inventadas; al contrario, son principios del carácter santo de Dios. Si no los tomamos en cuenta, nunca podremos tener un entendimiento claro del Señor. Ningún hombre puede entender bien a Dios sin su ley. Tampoco nadie puede entender su propia naturaleza pecaminosa, sin la misma ley, que aporta al individuo una fuente de alimento espiritual hasta entonces insospechada.
Uno de los principios del pueblo de Israel era no colocar el honor del hombre por encima del honor a Dios. Por ejemplo, Mardoqueo se negó a rendirle gloria a Amán, porque solamente Dios merece adoración, honor y gloria.
Otro principio que distingue al pueblo de Dios de los demás es el amor y el respeto por el santo sábado, y guardarlo conlleva gran galardón. E. G. White menciona:
El mundo protestante de hoy ve en el pequeño grupo que guarda el sábado un Mardoqueo a la puerta. Su carácter y su conducta, que expresan reverencia por la ley de Dios, son una reprensión constante para los que han desechado el temor de Jehová y están pisoteando su sábado; de alguna manera hay que deshacerse del molesto intruso (E. G. White, Joyas de los testimonios, t. 2, pág. 140).
El pueblo de Dios se niega a aceptar las costumbres y tradiciones populares, pues muchos tratarán de destruir su fe. Los que temen a Dios no pueden aceptar una institución que viola los preceptos. Como en los días de Ester, Dios vindicará su verdad y su pueblo. «El juez de toda la tierra ha de levantarse pronto para vindicar su autoridad insultada. La señal de la liberación será puesta sobre los que guardan los mandamientos de Dios, reverencian su ley y rechazan la marca de la bestia y su imagen» (ídem, pág. 151).
Así como el pueblo de Dios en los días de Ester, era conocido como un pueblo de leyes diferentes porque adoraban al Dios verdadero, así hoy debemos ser conocidos por el mundo.