EL HIJO DE LA ESPERANZA
«Tomando Noemí al niño, lo puso en su regazo y lo crio. Y le dieron nombre las vecinas, diciendo: “¡Le ha nacido un hijo a Noemí!” (Rut 4:16-17).
Noemí es una de las mujeres con mayor resiliencia ante la adversidad en la historia sagrada. Con su marido y sus hijos difuntos, quedó expuesta a pobreza, desánimo y rechazo. Afortunadamente, la dulce Rut se comprometió a apoyarla de forma incondicional: «Dondequiera que tú vayas, iré yo, y dondequiera que vivas, viviré. Tu pueblo será mi pueblo y tu Dios, mi Dios» (Rut 1:16). Pero las profundas heridas de Noemí continuaron. Lo vemos cuando suegra y nuera regresan a Belén y la gente de la ciudad la reconoce y le da la bienvenida llamándola por su nombre, Noemí, que significa “mi gozo, ‘agradable de Jehová, ‘encantadora’ y ‘entrañable’: «¡No me llaméis Noemí, sino llamadme Mara, [amargura]!» (Rut 1: 20), fue la respuesta de Noemí. Tal era su sufrimiento. Sin embargo, aunque no entendiera la razón de los padecimientos, Noemí nunca dejó de confiar en Dios.
Pero los caminos de Dios le tenían reservado un final venturoso. De nuevo, Rut es el instrumento que arranca la desdicha de la vida de Noemí. Rut se transforma en el principal sostén de la familia en su situación de pobreza. A esto sigue una historia de amor que ha sido fuente de agrado y aprendizaje por las generaciones. Rut, por su gracia y humildad y también por su conexión con el hijo de Elimelec, enamora a Booz quien, como pariente próximo, acaba redimiendo la propiedad de la familia y también a Rut, casándose con ella. Noemí, al ver la unión entre su nuera y este hombre hacendado y virtuoso, debió olvidar todas sus penas y comenzar un camino rápido hacia la restauración de su nombre: «Mi gozo».
Las venturas quedaron colmadas con el advenimiento del primogénito del matrimonio, Obed. Y así vemos a Noemí con el bebé en su regazo y las vecinas diciendo: «¡Le ha nacido un hijo a Noemí!». Este gozo no solo llegó a las personas implicadas, sino a todo el pueblo de Israel, pues, por medio de Rut, la moabita, se restaura la genealogía con Obed resultando ser el abuelo del rey David y además uno de los eslabones en la línea directa al Mesías (Mateo 1:5-6).
Para el creyente, una época trágica de sufrimiento supondrá una experiencia de aprendizaje y nunca una derrota. Afronta el día de hoy con la actitud de que después de la tempestad viene la calma, y reflexiona en el dolor profundo de Noemí que acabó transformado en un gozo inmenso.