Domingo 22 de Octubre del 2017 – PALABRAS DE APROBACIÓN – Matutina para adultos

PALABRAS DE APROBACIÓN

«Bien, buen siervo y fiel […]. Entra en el gozo de tu Señor». Mateo 25: 23

TODOS LOS QUE han nacido en la familia celestial son en un sentido especial los hermanos de nuestro Señor. El amor de Cristo une a los miembros de su familia, y dondequiera que se hace manifiesto este amor se revela la filiación divina. «Todo aquel que ama es nacido de Dios y conoce a Dios» (1 Juan 4: 7).

Aquellos a quienes Cristo elogia en el juicio, pueden haber sabido poca teología, pero albergaron sus principios. Por la influencia del Espíritu divino, fueron una bendición para los que los rodeaban. Aun entre los paganos, hay quienes han abrigado el espíritu de bondad; antes que las palabras de vida cayesen en sus oídos, manifestaron amistad hacia los misioneros, hasta el punto de servirles poniendo en peligro su propia vida. Entre los paganos hay quienes adoran a Dios ignorantemente, quienes no han recibido jamás la luz por un instrumento humano, y sin embargo no perecerán. Aunque ignorantes de la ley escrita de Dios, oyeron su voz hablarles en la naturaleza e hicieron las cosas que la ley requería. Sus obras son evidencia de que el Espíritu de Dios tocó su corazón, y son reconocidos como hijos de Dios.

¡Cuánto se sorprenderán y alegrarán los humildes de entre las naciones y entre los paganos, al oír de los labios del Salvador: «Les aseguro que todo lo que hicieron por uno de estos hermanos míos más humildes, por mí mismo lo hicieron» (Mat. 25:40, DHH)! ¡Cuán alegre se sentirá el corazón del Amor Infinito cuando sus seguidores le miren con sorpresa y gozo al oír sus palabras de aprobación!

Pero el amor de Cristo no se limita a una clase. Se identifica con cada hijo e hija de la humanidad. A fin de que pudiésemos llegar a ser miembros de la familia celestial, se hizo miembro de la familia terrenal. Es Hijo del hombre, y así hermano de cada hijo e hija de Adán. Sus seguidores no se han de sentir separados del mundo que perece en derredor suyo. Son una parte de la trama y urdimbre de la humanidad; y el cielo los mira como hermanos de los pecadores tanto como de los santos. Los que han caído, los que yerran y los pecaminosos, son abarcados por el amor de Cristo; y cada buena acción hecha para elevar a un alma caída, cada acto de misericordia, son aceptados como hechos a él.- El Deseado de todas las gentes, cap. 70, pp. 608-609.

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