EL SÁBADO Y LA NATURALEZA
«Los cielos cuentan la gloria de Dios y el firmamento anuncia la obra de sus manos». Salmo 19: 1
POR MEDIO de la creación hemos de familiarizarnos con el Creador. El libro de la naturaleza es un gran libro de texto que debemos usar junto con las Escrituras para enseñar a otros acerca del carácter de Dios y guiar a las ovejas perdidas de vuelta al redil del Señor. Mientras se estudian las obras de Dios, el Espíritu Santo imparte convicción a la mente. No se trata de la convicción que producen los razonamientos lógicos; y a menos que la mente haya llegado a estar demasiado oscurecida para conocer a Dios, la vista demasiado nublada para verlo, el oído demasiado sordo para oír su voz, se percibe un significado más profundo, y las sublimes verdades espirituales de la Palabra escrita quedan impresas en el corazón. […]
El propósito que Cristo tenía al enseñar por medio de parábolas iba acorde con su propósito en lo referente al sábado. Dios nos dio el recordativo de su poder creador, a fin de que lo viéramos a él en las obras de sus manos. El sábado nos invita a contemplar la gloria del Creador por medio de sus obras. Y como Jesús quería que lo hiciéramos, relacionó sus valiosas lecciones con la hermosura de la naturaleza. En el santo día de descanso, más especialmente que en todos los demás días, debemos estudiar los mensajes que Dios nos ha escrito en la naturaleza. Debemos estudiar las parábolas del Salvador allí donde las pronunció, en los prados y arboledas, bajo el cielo abierto, entre la hierba y las flores. Cuando nos acercamos al corazón de la naturaleza, Cristo hace que su presencia sea real para nosotros, y habla a nuestros corazones de su paz y amor.
Cristo relacionó su enseñanza no solo con el día de descanso, sino con la semana de trabajo. Tiene sabiduría para aquel que dirige el arado y siembra la semilla. En el arado y en la siembra, el cultivo y la cosecha, nos presenta una ilustración de la obra de su gracia en el corazón. Así, en cada ramo de trabajo útil y en toda asociación de la vida, él desea que encontremos una lección de la verdad divina. Entonces, nuestro trabajo diario no absorberá más nuestra atención ni nos inducirá a olvidar a Dios; nos recordará continuamente a nuestro Creador y Redentor. El pensamiento de Dios correrá como un hilo de oro a través de todas nuestras preocupaciones del hogar y nuestras labores. Para nosotros, la gloria de su rostro descansará nuevamente sobre la naturaleza. Estaremos aprendiendo continuamente lecciones de verdades celestiales y creciendo a la imagen de su pureza. Así, seremos «enseñados por Jehová»; y cualquiera sea la suerte que nos toque permaneceremos con Dios (Isa. 54: 13).— Palabras de vida del gran Maestro, cap. 1, pp. 13-15.