COMO UNA CAMISA PRESTADA
«Todo lo bueno y perfecto que se nos da, viene de arriba, de Dios, que creó los astros del cielo». Santiago 1: 17
NACÍ Y CRECÍ en un hogar pobre. Cuando era adolescente tenía muy poca ropa. Había un amigo en el barrio que tenía mucha ropa bonita. Mi amigo tenía una camisa en particular que me gustaba mucho y él me la prestaba cada vez que yo se la pedía. La camisa me quedaba muy bien; pero cuando salía a la calle con aquella camisa puesta y alguien me elogiaba quería sentir orgullo, pero luego recordaba que la camisa era prestada y que, en todo caso, los elogios pertenecían al dueño de la camisa.
¿Sabías que la vida es como una camisa prestada? Todos los dones que hemos recibido, las habilidades que hemos desarrollado, los bienes que poseemos, el tiempo que tenemos, en fin, todo lo que tenemos o alguna vez llegaremos a tener nos llega en calidad de préstamo de parte del Creador y un día hemos de rendir cuentas a él por lo que nos ha encomendado. Por eso, cuando nos sintamos demasiado grandes e importantes; cuando los aplausos y los elogios nos embriagan de orgullo, es el momento de recordar que la camisa es prestada.
Además, la vida, los talentos, los dones, las oportunidades y las bendiciones que hemos recibido deben utilizarse para dar gloria al verdadero Dueño. Cuando tengamos la tentación de considerarnos superiores a otros, conviene recordar estas palabras de Ellen G. White: «Todo lo que nos da ventaja sobre otro-sea la educación o el refinamiento, la nobleza de carácter, la preparación cristiana o la experiencia religiosa-nos impone una deuda para con los menos favorecidos; y debemos servir les en cuanto esté en nuestro poder» (El Deseado de todas las gentes, cap. 48, p. 415).
Durante cada hora de este nuevo día recuerda que la camisa es prestada, que debes cuidarla y usarla adecuadamente, y que toda la gloria que recibes le pertenece al Dueño. Recuerda que cuanto más hayas recibido de Dios, mayor es la deuda que tienes con tus semejantes.
Hoy es un buen día para usar correctamente tus dones y talentos, para servir a tus semejantes y especialmente para presentarles a Cristo.
Aneury Vargas
Filipinas