Domingo 17 de Marzo – MÚSICA – Devocion Matutina para Jóvenes

MÚSICA

Bueno es alabarte, oh Jehová… en tono suave con el arpa. Salmo 92:1-3.

Cuán maravilloso es el don de la música, y qué sencilla su materia prima: el aire, la materia, el tiempo y el sonido. No hay sonido en el vacío. El tiempo es vital en la música. Algunas melodías del género Nueva Era no respetan el tiempo, no tienen pausa, tampoco ritmo. La música es sonido, no ruido. Algunos quieren hacernos creer que producen música, pero solo producen ruido.

La música es melodía, ritmo y armonía. Su dinámica, su contraposición de sonidos y coloratura permiten expresar muchos sentimientos y estados anímicos. Su poder radica en que invade el alma y el subconsciente sin pasar por la mente racional, y produce determinados estados anímicos. La música es como la gente que invade la propiedad ajena sin que el propietario lo note. La palabra hablada tiene que pedir permiso para influir en el ánimo, pero si se acompaña de música, traspone las barreras de la mente. Por su contenido, la música tiene el poder de inspirar los sentimientos más nobles y elevados, por ejemplo, el deseo de orar, en el caso de la música litúrgica, o por el contrario activar los deseos más viles.

Platón (427-347 a.C.) dice en La República que Dios creó en el hombre la predisposición a combinar sonidos no de una manera aleatoria cualquiera, sino copiando las armonías del mundo espiritual.

Aristóteles (384-322 a.C.) señala la importancia de la música en la educación de los jóvenes. En La Política dice: “La influencia de la música es tan grande que sus distintas formas y géneros pueden clasificarse de acuerdo con sus efectos sobre el carácter del ser humano”.

M. S. Boethius, un filósofo del siglo VI, escribió: “La música es parte de nuestro ser: puede enaltecerlo o actuar negativamente sobre su conducta”. A. W. Tozer dice: “Si escuchas y te gusta la mala música, tu vida interior va a languidecer hasta morir”

Del autor David aprendemos la adoración musical: “Bueno es alabarte, oh Jehová, y cantar salmos a tu nombre, oh Altísimo; anunciar por la mañana tu misericordia, y tu fidelidad cada noche, en el decacordio y en el salterio, en tono suave con el arpa” (Sal. 92:1-3). Adoremos a Dios con la mejor música.

Radio Adventista

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