Domingo 17 de Diciembre del 2017 – UN AMIGO COMO JESÚS – Devoción matutina para la mujer

UN AMIGO COMO JESÚS

“Los he llamado amigos” (Juan 15:15, NVI).

EI primer día del año 2003 dejamos a nuestros amigos y a nuestra familia para asistir a la inauguración de un bote. El fabricante del bote era mi hermano,   Almarindo, que trabaja con botes desde los once años. Este era su primer bote que iba a ser inaugurado.

Navegamos hasta la boca de un río, cerca de un lugar muy concurrido. Junto con otra gente, fui a la orilla para relajarme, mientras el bote permaneció en aguas más profundas. El resto del grupo quedó en el bote. Luego de un rato, algunas de las personas que estaban conmigo decidieron ir nadando hasta el bote. Yo podría ir nadando, pensé. El bote no está tan lejos. Comencé a nadar con tranquilidad. Me alejé una buena distancia de la orilla, antes de cansarme. Pero de repente, me era difícil recuperar el aliento.

Pronto me di cuenta de que, por mi falta de práctica y del grado necesario de estado físico, no llegaría al bote. De hecho, me sentí totalmente incapaz. Entonces escuché una voz que me dijo: “¡Vamos, Mari! ¡Tú puedes lograrlo!” Esa voz que me habló con tanta esperanza pareció darme las fuerzas para continuar. Pude nadar con fuerzas y llegar hasta la escalera del bote. La “voz” era la de un buen amigo de Río de Janeiro, que estaba pasando las vacaciones con nosotros. Las palabras de ánimo de un amigo me dieron el poder que necesitaba en el momento justo.

Esta experiencia me hizo recordar a otro amigo, que está con nosotras en todo momento: Jesús. La Biblia dice que sus ojos están siempre sobre nosotros. Él prometió: “Te enseñaré el camino en que debes andar; sobre ti fijaré mis ojos” (Sal. 32:8). ¡Qué bueno es saber que cuando estamos cansadas, desanimadas y sin poder para luchar, tenemos un Amigo constante que da fuerzas al cansado (ver Isa. 40:31)!

El calendario nos señala el final del año y el comienzo de uno nuevo. Y es ahora que Aquel que nos llama amigos suyos (Juan 15:15) quiere vernos llegar al refugio del cielo, así como yo llegué a la escalera del bote. Su voz nos alienta a que no temamos, porque él nos fortalecerá, ayudará y sostendrá (ver Isa. 41:10). Él dice: “¡Vamos! ¡Lo lograrás!”

Marialva Vasconcelos Monteiro Chaussé

Radio Adventista

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