Domingo 16 – RECUERDA EL DÍA – Devocion Matutina para Jóvenes

RECUERDA EL DÍA

«Dichoso el hombre que sigue estos mandatos y los cumple con fidelidad, que respeta el sábado y no lo profana, que tiene buen cuidado de no hacer nada malo». Isaías 56: 2

ME MATRICULÉ EN LA FACULTAD DE DERECHO en enero de 2008. Nunca tuve problemas con el sábado durante el transcurso de la carrera, pero la última clase que tenía que tomar era un taller práctico en el que realizábamos simulacros de juicios en las diferentes ramas del derecho. Por desgracia, esta clase solo se impartía los sábados por la mañana. Así que puse el asunto en oración e hice una solicitud para que se cambiara el día de la clase.

Se hizo el cambio, pero el nuevo horario era los viernes de 4:00 a 8:00 pm. Todos los viernes, antes de la puesta del sol, asistía a la clase y, con la autorización de los abogados que la impartían, me retiraba antes de que terminara. Finalmente, la coordinadora de la facultad me dijo que había reprobado la clase por no tener las horas requeridas. Durante dos años y medio estuve realizando las gestiones correspondientes para matricularme nuevamente en la clase, pero el horario seguía siendo el mismo. Al ver mi sueño estancado me entristecí al punto de caer en depresión. Finalmente, me rendí y entre lágrimas le dije al Señor: «Haz lo que quieras con mi vida, ya estoy cansada de tratar de conseguir las cosas por mi cuenta». Desde entonces, pacté una pequeña cantidad de dinero y comencé a orar regularmente para que Dios cumpliera su voluntad en mi vida.

Tiempo después, revisé la oferta académica para el último período del año y vi que estaban ofreciendo la clase que necesitaba los viernes de tarde, pero en otra ciudad. Después de orar y meditar tomé la decisión de mudarme a aquella ciudad junto con una amiga. Al llegar, fui a hablar con el coordinador académico y le expuse las razones por las cuales debía retirarme de la clase antes de la puesta del sol. Ese día recibí una respuesta emocionante: No había inconvenientes, siempre y cuando le informara al abogado que iba a retirarme antes. Tomé la clase y la aprobé. Ese mismo año finalicé mis estudios no solo con un título universitario, sino también con una lección importante: Cuando ponemos a Dios en primer lugar, él se encarga de nuestros asuntos.

Dulce Abril Andrea Guevara

Honduras

Radio Adventista

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