“El Señor le dijo: ‘Ve, porque instrumento escogido me es este para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, de reyes y de los hijos de Israel’ ” (Hech. 9:15).
Nuestras vidas no son nuestras. Ser elegidas por Dios para que nos use paro hablar a otra persona de sus propósitos es una bendición. Cuando tenemos una relación con él y le permitirnos que ponga su amor en nuestro corazón, él puede brillar a través de nosotros. Y cuando él brilla, la gente deja de vernos a nosotras y ven la belleza del Señor. Esto cambia y salva vidas.
Un día, cuando estaba en el banco, la dama detrás de mí estaba hablando de lo húmedo que estaba el clima. Yo sonreí y asentí. Luego, mencionó que le gustaba mucho mi cabello. Hablamos sobre cabellos, y durante esos minutos, ella mencionó lo feliz que estaba de mantener su cabello, a pesar de los tratamientos de quimio terapia que había tenido que comenzar recientemente.
Yo le dije: “¡Eso sí que es una bendición!” Entonces sentí que debía preguntarlo su nombre. “Gwen”, le dije, “estarás en mis oraciones”. Ella me agradeció y continuamos con nuestros trámites. Cuando terminé mi transacción, le recordé:
-Gwen, estaré orando por ti.
-¡Gracias! -me dijo-. Déjame darte un abrazo.
Contuve las lágrimas mientras caminaba hasta mi auto. Verás, yo era la que necesitaba un abrazo aquel día. Creo que Dios me hizo hablar con Gwen para animarla en su lucha contra el cáncer; pero también me bendijo a través de nuestra charla. El recuerdo todavía trae lágrimas a mis ojos, porque Dios me usó a mí, una chica muchas veces rebelde, indigna y caprichosa, para decirle “Oraré por ti” a una mujer que necesitaba de apoyo espiritual. Pero, conociendo mis necesidades, Dios usó a Gwen para darme un abrazo alentador.
Todavía oro por Gwen. Y por Mike. Y por Pat. Y quizá también por ti, si alguna vez me lo pediste. Creo firmemente que la oración cambia las cosas: las lágrimas se convierten en gozo, la muerte en vida, el dolor en danza, el caos en paz, y la confusión en comprensión. Quiero ser un instrumento de Dios, que él vacíe mi ego y me llene con su amor, para poder ser de bendición para otros.
Invita al Señor a tu corazón hoy. Pero tienes que estar dispuesta a dejar que brille a través de ti. No te arrepentirás, porque tú también serás bendecida.
Kelli Rai Collins