RICARDO CORAZÓN DE LEÓN
Un poco más tarde, algunos de los otros que estaban allí se acercaron a Pedro y dijeron: Seguro que tú eres uno de ellos; nos damos cuenta por el acento galileo que tienes. Mateo 26:73.
En el año 1190, el rey Ricardo de Inglaterra emprendió una cruzada a Tierra Santa con el fin de liberar a Jerusalén del dominio islámico. Dos años después retornó, habiendo fracasado en su misión. Como si fuera poco, su barco naufragó y tuvo que caminar varios cientos de kilómetros hasta llegar a casa.
Lo peor de todo era que tenía que pasar por el territorio de su enemigo Leopoldo, duque de Austria. Para evitar ser descubierto, se disfrazó de mercader y emprendió el viaje con un caballero y un joven paje. Todo iba bien hasta que llegaron a un pueblo cerca de Viena, donde Ricardo envió a su paje a comprar un poco de pan. Cuando el niño pagó el pan con oro, el panadero sospechó que algo no andaba bien.
-¿Quién eres, niño? -le preguntó.
-Simplemente, un pobre marmitón -respondió el paje.
-¡Seguro que sí! -ironizó- ¡Los marmitones no pagan con monedas de oro!
El paje se mordía los labios y miraba al piso con cierto nerviosismo, pues no se le ocurría una forma de librarse del problema en que estaba metido.
-¿Y qué es esto? -dijo el panadero, a la vez que le arrebataba un par de guantes del rey Ricardo que el niño llevaba en la faja de su traje-, ¡Solo la gente grande en este mundo usa guantes!
-Sí, señor -respondió el joven paje con una sonrisa inocente- Mi amo es un mercader.
-¿Ah, sí? -el panadero escupió en el piso-. Estos son guantes adornados con joyas, dignos de un rey. ¡Quedas arrestado, te voy a llevar con el alcalde!
Primero, llevaron al joven ante el alcalde y luego al rey Leopoldo, quien lo torturó hasta que confesó dónde estaba escondido el rey Ricardo. Los soldados de Leopoldo rodearon el mesón donde se hospedaba Ricardo y lo tomaron prisionero. Lo mantuvieron cautivo, hasta que pagaron una gran recompensa por él.
Ese día, el paje aprendió que es casi imposible ocultar la verdadera identidad. Tarde o temprano se conoce la verdad. En el caso del joven de la historia, fue traicionado por una moneda de oro y los guantes enjoyados.
Si tú fueras arrestado por ser cristiano, ¿qué evidencias te condenarían? ¿Sería la forma amable y cortés con que tratas a los demás? ¿Tus ropas sencillas y limpias? ¿Tu rostro sereno y confiado, o los libros que lees y la música que escuchas?