Domingo 14 de Julio – ¡NO LO DIGAS! – Devocion Matutina para Damas

ESTER

¡NO LO DIGAS!

Ester no declaró cuál era su pueblo ni su parentela, porque Mardoqueo le había mandado que no lo declarase. Ester 2:10.

-¡Te amo! – puedo escuchar a Ester diciéndole a su primo Mardoqueo, quien la había criado. Era tiempo de despedirse. -¡Yo también te amo, hija!

Quizá Mardoqueo le extendió sus brazos y la sostuvo para besarla y recordarle algo muy importante. Después de besarla, le dijo en voz baja.

-Hija, recuerda lo que te dije: no le digas a nadie que eres hebrea -su prima era candidata para ocupar el lugar de la reina Vasti.

¿Por qué esta joven hermosa debía callar su herencia judía? Ella sabía que formaba parte del pueblo de Dios. El Mesías vendría por medio de su gente. Ahora en Persia la habían elegido por su belleza. A diferencia de cuando quedó huérfana, ahora todo estaba a su favor. Habría de comparecer ante el rey Asuero, pero ella ni siquiera se había esforzado por competir para llegar a ser reina.

Los primos intercambiaron una última mirada antes de la separación, y Hadasa se fue con los eunucos de la corte.

El consejo de Mardoqueo era sabio, ya que él la amaba como a una hija. Una visita al palacio del rey de Persia en Susa era como un sueño para cualquier plebeyo, porque el rey Asuero era poderoso: gobernaba desde la India hasta Etiopía, sobre 120 provincias (Ester 1:1). Pero Ester no iba de paseo. Iba a competir por la corona. Las palabras de quien había hecho el papel de padre aún resonaban en sus oídos cuando la presentaron ante Hegai, el guarda de las mujeres.

Al interactuar con la gente del palacio, Ester jamás insinúo que formaba parte del pueblo escogido del Dios verdadero. Pudo haber tenido mil razones para desobedecer, pero fue firme en su obediencia. Ester no dijo a nadie cuál era su pueblo ni su parentela, porque eso era lo que Mardoqueo le había indicado.

Pidámosle a Dios que nos ayude a callar cuando sea necesario. –LS

Radio Adventista

View all contributions by