UNA CUESTIÓN CAPITAL
“Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida” (Proverbios 4:23).
Tras la Revolución Rusa de 1917, Moscú se convirtió en capital de la República Socialista Federativa Soviética de Rusia, el 12 de marzo de 1918 (cinco años más tarde, de la Unión Soviética). Antes, San Petersburgo lo había sido por 215 años.
Este mundo está plagado de cambios. A veces, estos son clave. Así como un país necesita tener y cuidar de su capital, como seres humanos tenemos una capital y debemos cuidarla. Estamos hablando ni más ni menos que de nuestra mente.
Además de seguir los sanos y sabios consejos médicos y psicológicos para cuidar de nuestra mente -entre ellos, una alimentación sana, el cultivo de buenos pensamientos, el ejercicio físico, el descanso y las compañías positivas-, debemos prestar atención a los consejos de la Biblia.
Proverbios 4 es esclarecedor:
- Versículo 23: Tenemos el deber de resguardar nuestra mente. Todas las decisiones (buenas o malas) nacen allí.
- Versículo 24: “Aparta de ti la perversidad de la boca, y aleja de ti la iniquidad de los labios”. Cuidemos lo que decimos y lo que oímos.
- Versículo 25: “Tus ojos miren lo recto, y diríjanse tus párpados hacia lo que tienes delante”. Indudablemente, lo que vemos influirá positiva o negativamente. En nuestro mundo netamente visual, de grandes impactos, más que nunca es menester estar atentos a que la contaminación no entre por nuestra vista.
- Versículo 26: “Examina la senda de tus pies, y todos tus caminos sean rectos”. No es sabio vivir presos de arrebatos o impulsos pasajeros. Con calma, reflexión y serenidad, examinemos el camino elegido. Si no es recto, debemos abandonar nuestro orgullo y encaminarnos hacia el bien.
Hoy puede ser un día histórico. Si un país puede cambiar su capital luego de más de doscientos años, tú puedes iniciar ahora un cambio radical. Revisa las avenidas de tu mente: aquello que ves, lees, escuchas, comes y hablas… todo influye para vida eterna o para perdición.
“Cada órgano del cuerpo ha sido hecho para estar subordinado a la mente. Es ella la capital del cuerpo. La mente controla al hombre entero. Todos nuestros actos, buenos o malos, tienen su origen en la mente. Es la mente la que adora a Dios y nos une con los seres celestiales. Sin embargo, muchos pasan toda su vida sin llegar a ser inteligentes con respecto al alhajero que contiene este tesoro” (Elena de White, Mente, carácter y personalidad, 1.1, p. 71).