EDUARDO JENNER

Oh pueblo mío, confía en Dios en todo momento; dile lo que hay en tu corazón, porque él es nuestro refugio. Salmo 62:8.

-¿Me va a doler? -preguntó Jaime Phipps, un niño de ocho años de edad, mirando con desconfianza el bisturí que tenía en sus manos el médico.

-No te dolerá. Te lo prometo -respondió el doctor sonriente-. Puedes mirar, si quieres.

El médico le hizo dos pequeñas incisiones en el brazo, y luego le untó una sustancia amarilla y pegajosa.

-¿Qué es eso? -preguntó Jaime.

-Es pus extraída de una pústula de Sara Nelmes, que está “enferma de vacuna”. En unos días tú también habrás contraído la enfermedad.

El niño se preocupó.

-Yo no quiero enfermar de vacuna. Me sentiré mal. Tendré fiebre.

-¡Exactamente! -respondió el Dr. Jenner-, Eso es lo que queremos que suceda.

-Pero ¿por qué?

-Si contraes la “enfermedad de la vacuna”, nunca tendrás viruela. No te gustaría tener viruela, ¿verdad?

-¡De ninguna manera! Me vería muy feo con todos esos puntitos.

-Así es. Además, la gente no muere de vacuna, pero sí muchos han muerto de viruela. Te provoco la vacuna para protegerte de algo mucho peor. ¿Ahora entiendes?

La amplia sonrisa de Jaime fue su respuesta.

Después de siete días, Jaime sintió un dolor agudo en la axila izquierda. Dos días después, le dolía la cabeza y no quería comer. Esa noche tuvo mucha fiebre, pero al día siguiente estaba bien. Un mes después, el Dr. Jenner lo infectó con gérmenes de la viruela. Jaime no se enfermó.

¿Fue cruel el Dr. Jenner al inocularle el “virus de la vacuna”? Al permitir que el niño experimentara un proceso perjudicial y doloroso, ¿lo hizo por ser injusto o malo?

Trata de ver la obra de Dios en tu vida de la misma manera. En ocasiones permite que algo malo suceda porque en su sabiduría sabe que ello te prevendrá de algo peor. Puede ser que no lo comprendas, pero el camino de Dios es el mejor. Confía en él siempre. Tanto en los momentos buenos como en los malos.