Domingo 11 de Junio del 2017 – DIOS, EL ALFARERO – Devoción matutina para la mujer

DIOS, EL ALFARERO

“Jehová, tú eres nuestro padre; nosotros somos el barro y tú el alfarero. Así que obra de tus manos somos todos nosotros” (Isa. 64:8).

Una amiga mía estaba tomando una clase de cerámica, e invitó a algunas de nosotras a que la acompañáramos y aprendiéramos a barnizar cerámica.

Sinceramente, no lo tuve muy en claro. Nunca había barnizado nada antes, y no estaba segura de cómo iba a resultar.

En la clase, elegimos qué piezas queríamos barnizar. Después de un curso acelerado, empezamos. Al principio, yo estaba muy indecisa. Me tomó un tiempo decidir qué esmaltes usar. Las muestras de color me ayudaron a tomar mi decisión, aunque no podían transmitir exactamente qué color resultaría en realidad. En primer lugar, tiene mucho que ver la densidad que tenga el esmalte cuando se aplica. Las muestras de cada tarro realmente dejan ver cómo se verá el color después de la cocción (más sobre esto en un minuto). También, las capas de un color de esmalte sobre otro alteran el resultado final. Luego, viene la pregunta de qué técnica utilizar para aplicar las capas del esmalte: pulverización, cepillado…

Después de barnizar mi primera pieza de cerámica, empecé a disfrutar del proceso. No sé si alguna vez llegué al punto en que me pareció un pasatiempo relajante, pero al menos ya no estaba tensa. De hecho, empecé a pensar sobre cómo el barnizar cerámica tiene algunos paralelismos con la vida. Por ejemplo, una persona puede hacer lo mejor para planificar un hermoso resultado en su vida, tal como yo intentaba colocar la combinación de colores más agradable en mis piezas de cerámica. Pero hasta que los impactos inesperados de la vida, las pérdidas y las pruebas pasen, no puedes saber cuál va a ser el resultado final. Todo puede suceder. ¡La cocción lo cambia todo!

La conclusión es que no tenemos control sobre nada, excepto sobre nuestra libertad de decidir. Lo que significa que podemos elegir nuestra respuesta al “proceso de cocción”, a pesar de que no podamos “elegir” nuestras aflicciones. Nuestras respuestas elegidas bajo presión ayudan a determinar nuestros verdaderos colores. Si estamos pidiendo a Jesús, nuestro Creador, que nos ayude a superar las dificultades de la vida y que nos permita responder a ellas como él lo haría, él traerá belleza a nuestro carácter. Entonces, si elegimos creer que nuestro Alfarero sabe qué es lo mejor, su belleza será grabada sobre nosotros.

Julie Bocock-Bliss

Radio Adventista

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