HEPSIBA
JERUSALÉN RESTAURADA
Nunca más te llamarán Desamparada, ni tu tierra se dirá más Desolada; sino que serás llamada Hefzi-bá, y tu tierra, Beula; porque el amor de Jehová estará en ti, y tu tierra será desposada. Isaías 62:4.
Para llegar a ser esposa de un rey como Ezequías, Hepsiba debió ser muy bella; pero de alguna manera debió sentirse culpable al ver a su hijo Manasés en rebelión contra el Eterno (ver 2 Reyes 21:2). Hepsiba pudo haber cometido muchos errores como esposa y madre, pero Dios utiliza su nombre, que significa “ella es mi delicia”, para expresar su gran amor y su deleite por salvar y restaurar a los hijos perdidos de Israel.
¡Qué maravilloso Dios tenemos! ¡El Dios de las oportunidades! ¡Un Dios grande en misericordia y bondad!
Isaías profetiza sobre Sión y la llama “Hefzi-bá” (mi deleite está en ella). La Biblia de Jerusalén traduce esta expresión como “mi complacencia”. Es el nombre poético con el que Isaías profetiza que se llamará a Sión en su gloria futura (Isaías 62:4).
El Señor quiere devolvernos el deleite de ser amadas, y que vivamos con él para siempre en “Beula” (Beulah Land). La palabra hebrea es by’ulah, que quiere decir desposada, en alusión a la relación matrimonial. Isaías le asegura a Jerusalén que el Señor la restaurará, porque “su deleite es restaurar”. “Nunca más te llamarán Desamparada, ni tu tierra se dirá más Desolada; sino que serás llamada Hefzi-bá (mi deleite está en ella), y tu tierra, Beula (desposada); porque el amor de Jehová estará en ti, y tu tierra será desposada (vers. 4).
La profecía representa el momento en que Jesús vendrá a reinar como Rey de reyes. Describe la alegría y el gozo de los salvados al recibir al Señor (vers. 5). La profecía se extiende hasta su advenimiento: “Decid a la hija de Sión (a ti y a mí: He aquí viene tu Salvador; he aquí su recompensa con él, y delante de él su obra. Y les llamarán Pueblo Santo, Redimidos de Jehová; y a ti te llamarán Ciudad Deseada, no desamparada” (vers. 11, 12).
Querida amiga: Pudimos haber fallado ayer, pero hoy, nuestro Dios quiere restaurarnos. Esa restauración comienza cuando aceptamos a Cristo como Redentor. Pablo dice: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas (errores, pecados, resentimientos, etc.) pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Corintios 5:17). —LCh