Señor, he oído hablar de tus hechos, y saberlo me lleno de temor. Vuelve a actuar, Señor, en estos tiempos; date a conocer en nuestros días, y si te enojas, recuerda que eres compasivo (Habacuc 3: 2).
POCO ANTES DE LA INVASIÓN BABILÓNICA SOBRE JUDEA, utilizado en el pueblo de Israel un profeta llamado Habacuc. Prácticamente no se sabe nada de este hombre, a excepción de lo que relata su libro.
Sobre el final de su mensaje Habacuc escribe una oración en forma de poema. Esta oración comienza con el pedido: «Vuelve a actuar, Señor, en estos tiempos; date a conocer en nuestros días». Así como el fuego necesita del oxígeno y de un elemento combustible para que la llama se inflame, la obra de Dios en este mundo también está compuesta de dos elementos: el Espíritu Santo y los hijos de Dios.
El Espíritu Santo es el que convence al pecador «de pecado, de justicia y de juicio» (Juan 16:8), es el que transforma el corazón para guardar la ley de Dios (Eze. 36:26-27), es el que produce nuevos frutos para vida eterna (Gál. 5:22-23) y es el que impulsa a los creyentes para que testifiquen de Jesús (Hech. 1: 8). Sin el Espíritu Santo la obra es solo humana, no divina.
Cuando los creyentes tienen el Espíritu de Dios, no pueden permanecer inactivos y trabajan arduamente por Cristo. ¿Cuáles son los métodos necesarios para llegar al éxito evangelístico? «Los métodos que dan firmes resultados tienen que ver con la movilización de hermanos de la congregación, el proceso de discipulado, las buenas obras de servicio en la sociedad, el testimonio personal, el uso de medios masivos y la evangelización de nuevas personas [. ..] Las iglesias crecientes en sus planes, énfasis y actividades son conscientes de las prioridades bíblicas. No están olvidándose del material social del hombre. Pero, como comunidad de fe, como cuerpo de Cristo, tampoco se olvidan de su razón de ser que en gran parte es espiritual» (Pedro Larson, Crecimiento de la iglesia: una perspectiva bíblica , p. 222).
A través de las profecías es fácil vislumbrar que estamos viviendo en los últimos momentos de la historia humana y los adventistas estamos llamados a hacer una obra tremenda: advertir al mundo que Cristo volverá. Esa obra no se podrá realizar sin el Espíritu Santo, ni tampoco se hará si mejoraremos indiferentes a la comisión que Cristo nos legará antes de abandonar el mundo. Por esta causa, ora cada día a Dios para que su Espíritu sea derramado en tu vida y en tu iglesia, y pon tus talentos a trabajar donde el Señor te necesite.