LA SIGUIENTE MONTAÑA
“El Señor es mi pastor” (Sal. 23:1, NVI).
Cualquier día, por la tarde, encontrarás a Jenny y a Megan juntas, en el cuarto de juegos del Hospital de Oncología Pediátrica. El cuarto tiene juguetes y otros objetos, para que los niños puedan pasar tiempo fuera de sus camas de hospital. Hoy, Jenny y Megan están sentadas en una mesa con grandes papeles para dibujar y un balde de crayones. Son las mejores amigas. Ambas tienen cáncer, y solo tienen ocho años de edad. He visto a Jenny salir a escondidas de su cama para ver cómo estaba Megan, luego de un tratamiento de radiación. He visto a Megan ayudar a Jenny a tomar agua, porque Jenny estaba demasiado débil. Hoy, en el cuarto de juegos, Jenny y Megan están sentadas una enfrente de la otra, dibujando, disfrutando de un momento de paz. Las escucho reír y hablar. Pero entonces, todo es silencio. Veo a Jenny pararse y mirar el dibujo de Megan. -¿Qué estás dibujando? -le pregunta. Una montaña -responde Megan -. Es más grande que las demás Jenny se sienta al lado de su amiga y le pregunta por la montaña. Megan le explica que tendrá que quedarse en el hospital un poco más de tiempo; escuchó a los médicos hablando con su mamá. El médico había dicho: “Es solo otra montaña que hay que subir”. Así que, Megan está dibujando cómo se imagina la montaña. Es alta y marrón, con un poco de pasto verde y muchas rocas. Estoy demasiado cansada para seguir subiendo montañas -dice Megan. Jenny comienza a dibujar sobre el dibujo de Megan. Mientras lo hace, le asegura a Megan que la montaña no es tan alta, y que ambas la subirán juntas… solo necesitan un guía. Las escucho reír mientras terminan el dibujo, y luego las veo irse con sus padres, de regreso a sus camas. El dibujo queda sobre la mesa. Curiosa, me acerco a mirar. Hay una montaña, y al pie de la montaña hay dos ovejas rosadas, cada una con un nombre: Jenny y Megan. Al lado de las ovejas, hay un hombre señalando la montaña, sosteniendo una vara: el pastor. El dibujo es de dos ovejitas, dos niñas pequeñas, a punto de subir una montaña, juntas, con el Señor. Padre celestial, cuando perdemos las fuerzas para “subir la siguiente montaña”, gracias por ser nuestro Pastor. Gracias por llevarnos en tus brazos a través del terreno montañoso.
Dixil L. Rodríguez