EN MEDIO DE TODO
“Mientras aún hablaban de estas cosas, Jesús se puso en medio de ellos” (Luc. 24:36).
Era otra mañana invernal. Al ir al trabajo antes del amanecer, decidí apagar la radio y hablar con el Señor. Mi espíritu hacía juego con el día. La depresión me había tomado en sus garras. Por mucho que orara, no lograba superarla. Mi corazón se sentía lleno de tristeza.
No podía ver cómo Dios podría usarme, en medio de mi dolor. Manejaba por la carretera, cuando la emoción me sobrepasó mientras volcaba mi espíritu ante el Señor. Las lágrimas corrían libremente por mi rostro, y ya no podía ver la carretera, por lo que estacioné a la entrada de un jardín botánico.
Entre sollozos, miré a mi alrededor, para ver si alguien había visto mi estado. Al dirigir la mirada hacia el campo abierto, la escena se asemejaba a mi estado mental. Las temperaturas frías de la mañana y el aire húmedo habían causado una densa niebla sobre el suelo; una gruesa frazada gris, que bloqueaba la visión.
Luego de enjugar mis lágrimas y encender el auto para continuar hacia el trabajo, Dios me mostró la vista más maravillosa. El sol comenzó a hacer su gran entrada en la sombría escena. Al aparecer tímidamente sobre la fila de casas al fondo, los rayos embistieron contra la niebla.
El calor del sol hizo que la niebla se disipara y vi lo que esta había estado escondiendo: un pato solitario, durmiendo pacíficamente. ¡Dios había creado esta escena para mí, en aquel momento! Aunque estaban completamente envueltas por el peso de la niebla gris, las evidencias de paz y serenidad estaban presentes, y Dios abrió ese regalo visual para mí.
Así como el bálsamo de Galaad, su paz y su serenidad comenzaron a fluir en mí. Dios usó esa escena con el propósito de darme un vívido recuerdo de que, sin importar cuán abatida me sintiera, su Hijo seguía a mi lado. En el momento exacto él hizo su entrada, haciendo que las nieblas del pesimismo de mi corazón se evaporaran.
¡Estaba tan agradecida! Cuando no puedas ver a través de las lágrimas del pesimismo, entrega tus preocupaciones a Dios. Él levantará la niebla de este mundo pecaminoso, a fin de que puedas ver quién eres a sus ojos: su hija, llena del resplandor de su paz y su presencia. Porque él está ahí, en medio de todo.
Luann Wainwright-Di