MÁXIMA VELOCIDAD
“Me volví y vi debajo del sol, que ni es de los ligeros la carrera, ni la guerra de los fuertes, ni aun de los sabios el pan, ni de los prudentes las riquezas, ni de los elocuentes el favor; sino que tiempo y ocasión acontecen a todos” (Eclesiastés 9:11).
¿Te gusta la velocidad? Entonces, sin duda, te habría gustado conocer a Malcolm Campbell, quien el 3 de septiembre de 1935 se convirtió en el primer hombre en manejar un automóvil a más de 300 millas por hora (unos 480 km/h). Consiguió este récord terrestre en Bonneville Salt FlatS, Utah, Estados Unidos. Además de esto, consiguió el récord de velocidad acuático cuatro veces.
No obstante, el versículo de hoy nos dice que la carrera no es del más rápido, sino del que sabe aprovechar la oportunidad y el momento precisos. Más allá de tus fuerzas, de tu conocimiento o de tu elocuencia, lo que realmente te dará el éxito será estar alerta a las oportunidades de la vida; estas pasarán y quedarás estancando si no sacas buen provecho de ellas al momento.
El tiempo y la ocasión nos llegan a todos. Por eso, debemos estar atentos a las oportunidades que se presentan. Por eso, el versículo anterior al de hoy dice: “Todo lo que te viniere a la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas; porque en el Seol, adonde vas, no hay obra, ni trabajo, ni ciencia, ni sabiduría” (Ecl.9:10). Este texto se emparenta también con uno anterior: “En todo tiempo sean blancos tus vestidos y nunca falte ungüento sobre tu cabeza” (vers. 8). Siempre listo, bien vestido y perfumado. Debes estar preparado hoy para actuar, servir, trabajar y desempeñar con alegría la tarea que te toque.
Hoy puede ser un día histórico. Sé fuerte, sé rápido, sé sabio y aprovecha las oportunidades presentes. Es hoy, porque no tienes otro día. Trabaja con esmero, ahínco y tesón. Da lo mejor de ti mismo.
“Tenemos en esta época oportunidades y ventajas que no era fácil obtener en generaciones pasadas. Tenemos más luz, y esta la hemos recibido gracias a la obra de los fieles centinelas que hicieron de Dios su sostén y recibieron de él poder para hacer brillar la luz con rayos claros en el mundo. En nuestra época tenemos mayor luz de la cual sacar provecho, así como en épocas pasadas los hombres y las mujeres de noble valor aprovecharon la luz que Dios les dio” (Elena de White, Mensajes para los jóvenes, pp. 29,30).