¡DONÓ 45 MIL MILLONES DE DÓLARES!’
“Más bienaventurado es dar que recibir” (Hechos 20:35).
El 2 de abril de 1792 fue un día histórico. Ese día, con 24,28 gramos de plata pura y 26,95 de plata corriente, se autorizó por vez primera la acuñación del dólar de plata en los Estados Unidos. La amonedación de dólares comenzó en 1794 en Filadelfia, y hasta 1805 se acuñaron 1.439.517 monedas de dólar de plata con estas características.
¿Te gustaría tener miles de monedas de un dólar? ¿Te gustaría que en tu cuenta del banco hubiese, aunque sea, un millón de dólares? Muchos son los que tienen sueños de riquezas; pero si las tuvieras… ¿las donarías?
En diciembre de 2015, Mark Zuckerberg, el fundador de Facebook, anunció que donará a lo largo de su vida el 99% de sus acciones de la firma a labores filantrópicas. Su valor actual asciende a 45.000 millones de dólares. El dinero se canalizará a través de una fundación cuya finalidad será avanzar en el potencial humano y promover la igualdad del ser humano.
Creo que ninguno de nosotros jamás podrá donar tal suma de dinero, pero sí podemos hacer algo: administrar bien lo que tenemos, sin importar si es mucho o es poco. La parábola de los talentos (Mat. 25:14-30) nos enseña esto.
Dios nos llama a ser buenos mayordomos de nuestro dinero. La Biblia es clara al respecto y nos muestra cómo podemos hacerlo.
* Proverbios 3:9 enseña que debemos honrar a Dios con nuestros bienes.
* Levítico 27:30 indica que debemos dar a Dios la décima parte de nuestras entradas. Génesis 14:17 al 20; Hebreos 7:1, 2; Génesis 28:20 al 22; y Malaquías 3:8 también nos aseguran esto.
* Salmo 96:8 nos dice que debemos dar ofrendas.
* 2 Corintios 9:7 menciona con qué espíritu debemos darlas.
* 7 Timoteo 6:17 al 19 nos aconseja que no debemos poner nuestra esperanza en las riquezas.
* Lucas 12:33 nos dice que debemos hacer tesoros en el cielo.
Hoy puede ser un día histórico. Sé un correcto administrador de tu dinero. No lo malgastes siguiendo los caprichos del marketing ni de las vanas publicidades. Decide dar ofrendas generosas y diezmos fieles para la causa de Dios. Comparte lo que tienes con los demás. Sé dadivoso y generoso.
“Dios ha establecido el sistema de la beneficencia para que el hombre pueda llegar a ser semejante a su Creador, de carácter generoso y desinteresado y para que al fin pueda participar con Cristo de una eterna y gloriosa recompensa” (Elena de White, Consejos sobre mayordomía cristiana, p. 17).