DM Jóvenes – Domingo 23 de julio de 2017 Amy silencia su voz

Amy silencia su voz

“Alégrate, joven, en tu juventud, y tome placer tu corazón en los días de tu adolescencia; y anda en los caminos de tu corazón y en la vista de tus ojos; pero sabe, que sobre todas estas cosas te juzgará Dios” (Eclesiastés 11:9).

El 23 de julio de 2011 fue un día triste. Amy Winehouse, cantante y compositora británica, nacida en 1983, fue encontrada muerta en su departamento de Londres. Si bien las pruebas toxicológicas no hallaron en su cuerpo sustancias tóxicas ilegales al momento de su muerte, sí fue encontrada una gran cantidad de alcohol. 416 mg de alcohol por decilitro de sangre. Para que tengas una idea de cuánto es eso, te recuerdo que el límite de alcohol permitido para conducir en Gran Bretaña es de 80 mg.

A su vez, su padre declaró que se encontraba en proceso de rehabilitación por el alcoholismo, y se aventuró a sostener que esta gran ingesta de alcohol fue producida para aliviar los efectos del síndrome de abstinencia del alcohol. “Todo lo que Amy hizo lo hizo en exceso: bebió en exceso, y también se desintoxicó en exceso”, declaró.

Rica, famosa, célebre, reconocida mundialmente y ganadora de ocho premios Grammy, Amy no era feliz. Para llenar ese vacío recurrió al alcoholismo.

Dios nos hizo libres. Podemos elegir el camino a seguir. Pero no olvidemos la figura del juicio final: Dios nos evaluará por todas nuestras acciones u omisiones. Recuerda las palabras de Pablo: “Todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica” (1 Cor. 10:23).

Hoy puede ser un día histórico. Resuelve vencer tus vicios, las adicciones y los hábitos nocivos. Pide ayuda a Dios, a un amigo, a tu pastor y a un profesional. No desperdicies tu vida. No tienes por qué terminar como Amy.

“Si los hombres hoy fuesen sencillos en sus costumbres, y viviesen en armonía con las leyes de la naturaleza, como Adán y Eva en el principio, habría abundante provisión para las necesidades de la familia humana. Habría menos deseos imaginarios, y más oportunidades de trabajar según los métodos de Dios. Pero el egoísmo y la complacencia del gusto antinatural han producido pecado y miseria en el mundo, por los excesos de un lado, y por las carencias del otro” (Elena de White, El Deseado de todas las gentes, p. 334). PA

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