Sábado 6 de agosto. Devoción matutina – El verdadero entretenimiento
«Aprovechen bien este momento decisivo, porque los días son malos» (Efe. 5: 16).
“El ocio debiera ser una vivencia integral relacionada con el sentido de la vida y los valores de cada uno, y coherente con ellos”. Manuel Cuenca
QUIZÁS FRUTO DE la lectura de ayer hayas llegado a la conclusión de que no estoy a favor de la dimensión lúdico-recreativa de la vida, pero nada más lejos de la realidad. No solo estoy a favor, sino que lo considero imprescindible, pero en el momento, el lugar y la forma adecuados (obviamente no siempre, ni en todo lugar, ni de manera banal).
Para ser felices necesitamos divertirnos, distraernos, recrearnos y gozar de un buen sentido del humor. Esa es una excelente manera de apartar de la mente las cargas de la rutina y las preocupaciones de la vida para concentrarnos en cosas más agradables, alegres y deleitosas. El entretenimiento es importante porque nos ayuda a mantener un equilibrio entre nuestros deberes y ocupaciones y la salud física y mental. Ahora bien, es importante y necesario cuando tomamos lo bueno del mismo, lo creativo, lo ameno, lo bonito, para «refrescar nuestro ánimo y vigorizar nuestro cuerpo […] de tal manera que nos deje en mejores condiciones para desempeñar con éxito los deberes que nos incumben, y que se acreciente el beneficio de nuestra influencia sobre aquellos con quienes tratamos» (Consejos para los maestros, cap. 46, p. 320). Este tipo de recreación que mantiene bien presentes los objetivos básicos de la vida cristiana nos convierte en personas más dinámicas, menos anquilosadas, más vivas y alegres, con el consecuente beneficio que esto supondrá para nuestras familias e iglesias.
El entretenimiento a toda costa o la diversión frívola no solo no aportan nada a nuestro desarrollo moral, sino que pueden minar nuestras energías y por tanto nuestra utilidad. Pero sí «hay modos de recreación que son altamente beneficiosos para la mente y el cuerpo. Una mente ilustrada, discernidora, hallará abundantes medios de entretenerse y divertirse en fuentes que no sean solamente inocentes, sino instructivas» (Testimonios para la iglesia, t. 4, p. 645). Esos son los modos de recreación en los que podemos esparcirnos sin temor en nuestro tiempo de ocio.
Los momentos de ocio no son instantes arrancados a la vida en los que podemos permitirnos cualquier cosa, ni tampoco hemos de esperar ser entretenidos todo el tiempo. El ocio es una parte de nuestra vivencia que debe ser coherente con nuestra manera de ver el mundo.