Miércoles 26 de octubre. Devoción matutina damas – ¿Qué perro alimento?
«El deseo de la carne es contra el Espíritu y el del Espíritu es contra la carne; y estos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisierais» (Gál. 5: 17).
“Al apartarse de la Palabra de Dios para alimentarse de los escritos de los hombres no inspirados, la mente llega a empequeñecerse”. Ellen G. White
SE CUENTA que un hombre tenía dos perros, uno blanco y uno negro. Un día invitó a los vecinos del pueblo a apostar contra él cuál de sus dos perros ganaría en una pelea. «¿Cuál cree usted que va a ganar?», le preguntaron sus vecinos. «El negro», dijo él. Entonces todos apostaron por el blanco y solo él lo hizo por el negro. Y el negro ganó. Al día siguiente se repitió la misma escena. «¿Por cuál va a apostar usted hoy?», le preguntaron de nuevo. Y esta vez el hombre respondió: «Por el blanco». Y los demás apostaron al negro. El blanco ganó. Y la apuesta se repitió varias ocasiones más, siempre con el mismo resultado: el dueño de los perros ganaba. Hasta que un día los vecinos, cansados de que pasara siempre lo mismo, le preguntaron: «¿Cómo sabe usted cuál de los dos perros va a ganar cada día, si no gana siempre el mismo?». «Muy sencillo —dijo él—. Cuando quiero que gane el blanco, el día anterior dejo sin comida al negro y alimento solo al blanco. Así, durante la pelea, solo él está lo suficientemente fuerte para vencer. El otro, debilitado por la falta de alimento, no tiene ninguna posibilidad».
¿Qué perro estoy alimentando? ¿De qué estoy llenando mi mente cada día? ¿De comida espiritual elevadora, inspiradora, que me da energías para vencer en esta dura batalla entre el bien y el mal en la que estoy inmersa? ¿De contenidos no inspirados como novelitas rosas, televisión basura o música y conversaciones degradantes? ¿O tal vez ni me detengo a pensar cada mañana en la necesidad de fortalecer mi naturaleza espiritual y mantener lo más en ayunas posible la carnal?
No tengo nada en contra de la cultura. Me gusta leer y de hecho leo libros no religiosos. Pero si abandono las Escrituras por contenidos vacíos desde el punto de vista espiritual, mi naturaleza carnal en un instante me abate. Lo bueno es que tengo una ventaja a la hora de apostar por cuál de mis dos naturalezas saldrá vencedora en esta lucha diaria. La ventaja radica en asegurarme de alimentar infinitamente más el perro espiritual que el perro carnal.