Domingo 23 de octubre. Devoción matutina damas – El potencial que hay en ti
«El hombre se fija en las apariencias, pero yo me fijo en el corazón» (1 Sam. 16: 7).
“Sabemos lo que somos, pero no lo que podemos llegar a ser”. William Shakespeare
UN FAMOSO escultor pasó un día junto a las tierras de un hombre muy rico y vio que, apilados en el suelo, había varios troncos. Entonces le preguntó al propietario: «¿Qué va a hacer con esos troncos?». «Los voy a tirar, porque no me son útiles para nada», respondió el hombre. Así que el escultor le pidió permiso para llevarse uno. «¿Quiere usted llevarse algo que no sirve para nada? —preguntó sorprendido el rico hacendado— Adelante, elija el que más le guste, puede llevárselo». Y así lo hizo.
De aquel tronco inservible, el escultor hizo surgir una majestuosa águila, y colocó la escultura a la entrada de su modesta cabaña. En una ocasión, el hombre rico pasó frente a la cabaña del escultor y se quedó maravillado con la estatua del águila. «¿Me la vende? — preguntó—Le pagaré lo que me pida». «De acuerdo —dijo el escultor—. Son quinientos dólares». Y se la vendió. Luego añadió: «Acaba de comprarme la madera inútil que usted mismo me regaló».
Existe un gran potencial en todas y cada una de nosotras. Yo he tenido la suerte de que han pasado personas por mi vida que me han hecho ver esta realidad, porque al observarme a mí misma, yo veía apenas un tronco inservible. Tal vez tú, querida amiga, te ves defectuosa, o te hayan hecho creer que no vales mucho, pero eres alguien con enormes posibilidades. Dios te ha creado así, con un potencial inmenso, y quiere ayudarte a desarrollarlo si le dejas actuar en ti, a pesar de tus limitaciones, de tus errores, y de todo lo que te impide valorarte como debes.
Todas hemos cometido errores. Todas tenemos limitaciones. Y siempre va a haber quien nos parezca mejor y más preparado que nosotras. Pero hay un gran Escultor que día a día nos va tallando con su Espíritu, si nos ponemos en sus manos.
Grandes hombres y mujeres de la Biblia parecían poco prometedores a la vista de sus contemporáneos, o empezaron mal sus carreras, o cometieron graves errores. Pero sobre esa materia prima falible que es el ser humano, el Escultor divino pone su mano y trabaja para producir grandes transformaciones. Solo hace falta que lo creamos y actuemos en consonancia.