Lunes 24 de octubre. Devoción matutina damas – “Aparentemente débiles”
«Para avergonzar a los sabios, Dios ha escogido a los que el mundo tiene por tontos; y para avergonzar a los fuertes, ha escogido a los que el mundo tiene por débiles» (1 Cor. 1:27).
“Si tuviera mil vidas, las viviría todas para las mujeres de China”. Lottie Moon
NADIE MENOSPRECIE a una mujer que aparenta poca cosa, porque las apariencias engañan. Este es el caso de una de las misioneras más importantes que hayan existido jamás: Lottie Moon (1840-1912).
Lottie medía apenas un metro treinta centímetros, pero les sacó un gran partido. Nacida en una familia aristócrata del sur de los Estados Unidos, nadie hubiera pensado que se convertiría en una valiente e incansable misionera. Pero ella lo dejó todo, desoyendo los consejos de familiares y amigos, y viajó a China, donde vivió los siguientes treinta y nueve años de su vida completamente entregada a los demás.
Lottie creó su propia estrategia misionera a través de la enseñanza. Abrió una escuela donde impartió, entre otras cosas, Biblia. Pero sobre todo se fijó en el peor enemigo de aquellas gentes: el hambre, Solicitó ayuda económica para cientos de personas que apenas sobrevivían, y esta pronto comenzó a llegar. Así alimentó a los hambrientos dentro de las puertas de su casa, y cuando los fondos no alcanzaron, lo siguió haciendo con su propio dinero. Lottie se ganó el respeto, el aprecio y el reconocimiento de una de las sociedades más aprensivas hacia los extranjeros que existen.
Cuando Lottie comenzó a vestirse como las mujeres chinas para protegerse del frío invierno, logró ser vista como una más, y sentirse totalmente aceptada. De manera aparentemente fortuita (si es que las casualidades existen cuando una está al servicio de Dios) hizo una gran amistad con un pueblo que sufría, y se convirtió en una celebridad. Muchas fueron las conversiones al cristianismo que se produjeron por su influencia en una tierra tan lejana. Y así, trabajando por el bien ajeno, la encontró la muerte.* Ejemplos como el suyo me hacen preguntarme: «Si yo tuviera mil vidas, ¿para qué o para quién las viviría? La que estoy viviendo ahora, ¿la estoy empleando en una causa que valga la pena?». Porque lo cierto es que, como esta vida, en esta tierra y con esta naturaleza caída, no habrá otra.
Le pido al Señor que nos ayude, a ti y a mí, a seguir el ejemplo de heroínas cristianas como Lottie. Aunque parezcamos poca cosa, no lo somos para Dios.