Lunes 22 de agosto. Devoción matutina adultos – Viaje con los judíos – 3
«Jesús le dijo: “Mujer, créeme que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre. Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos, porque la salvación viene de los judíos”». Juan 4: 21, 22
EL CÉLEBRE AUTOR y sacerdote Henri Nouwen escribió su libro Life of the Beloved [Vida del amado] en primera persona como una carta a un joven profesional judío que vivía con su esposa en Nueva York. Nouwen y él se habían conocido cuando Nouwen enseñaba en Yale, y se desarrolló entre ambos una profunda y duradera amistad. El libro es una respuesta al ruego del joven agnóstico de que Nouwen intentara expresar la religión en términos que él y sus amigos de la ciudad pudieran entender. En el curso de expresar lo que quiere decir, Nouwen comparte una profunda reflexión sobre el significado de ser elegido por Dios: «Espero que la palabra “elegido” evoque algo en ti. Para ti debe de ser una palabra con connotaciones muy especiales. Como judío, conoces las asociaciones positivas y negativas de que uno se considere parte del pueblo elegido de Dios […]. Desde toda la eternidad, mucho antes de que nacieras y te convirtieras en parte de la historia, exististe en el corazón de Dios. Mucho antes de que tus padres te admiraran o de que tus amigos reconocieran tus dones o de que tus maestros, tus colegas o tus jefes te alentaran, tú ya estabas “elegido”. Los ojos del amor te habían visto precioso, de infinita belleza, de valor eterno. Cuando el amor elige, elige con una perfecta sensibilidad por la belleza excepcional del elegido, y elige sin hacer que ninguna otra persona se sienta excluida» (pp. 45-47).
Y así ha sido para el remanente elegido desde el principio, no un llamamiento divino a ser exclusivos, sino un emplazamiento divino a ser inclusivos. Es el meollo de la estrategia amante de Dios de salvar a todo el planeta. ¿Cómo podemos saberlo? Fíjate atentamente en la provocadora afirmación que Jesús hizo a la samaritana junto al pozo en nuestro texto de hoy: «La salvación viene de los judíos». Podría haber dicho fruslerías (como hace hoy gran parte del mundo religioso) declarando que cuanto importa es que Dios te ama, así que no hay que preocuparse por detalles tan intrascendentes como la verdad, la doctrina y la revelación. Pero no lo hizo. ¿Quieres saber quién tiene la verdad de la salvación? Mirándola directamente a los ojos, anunció: La tiene la comunidad remanente de los judíos. Punto. Cristo no estaba siendo arrogante sino sincero. Dios no puede salvar al mundo mediante un guisado ecuménico de enseñanzas. Siempre confió su recopilatorio de verdad a su remanente elegido, cuya única misión es compartirlo con el mundo. Y por eso hay un remanente, y por eso existes tú.