Lunes 20 de Junio. Cuando allá se pase lista – Matinal Mujeres
«Pues a ti, hombre, yo te he puesto como centinela del pueblo de Israel. Tú deberás recibir mis mensajes y comunicarles mis advertencias» (Eze. 33:7).
“A ti, hombre, yo te he puesto de centinela para el pueblo de Israel, para que estén advertidos”. Dios
JAMES MILTON BLACK (1856-1938) era un hombre tipo Ezequiel: a modo de centinela (Eze. 3:17; 33: 7-9), aprovechaba toda oportunidad de advertir a los demás de las verdades del evangelio para que pudieran salvarse. Cuando conoció a una jovencita de catorce años, hija de un alcohólico y sumamente pobre, la invitó a asistir a la iglesia de la que él era maestro. Ella aceptó, y continuó asistiendo con regularidad durante un tiempo. Hasta que un día, al pasar lista, la muchacha no respondió. Entonces James comenzó a pensar en lo triste que sería que, en la Tierra Nueva, estuviéramos ausentes cuando se nos llamara por nombre de acuerdo a la lista del Libro de la Vida. Preocupado por este asunto, hizo una oración en alto: «Dios mío, cuando allá se pase lista, que yo esté presente para responder».
Inmediatamente al salir de la iglesia, James fue a la casa de la joven, y la encontró en un deplorable estado de salud. Era ya demasiado tarde para seguir hablándole o enseñándole. Hizo llamar a su propio médico y, tras unas horas, se fue triste. De camino a casa no dejaba de buscar mentalmente un himno que encajara con la situación que estaba viviendo, pues sentía deseos de cantar a modo de oración. Así que se dijo: «¿Por qué no lo escribes tú mismo?». En menos de media hora había compuesto el famoso himno «Cuando suene la trompeta». Días después lo cantó en un momento sumamente triste: el funeral de su alumna.
Al igual que el profeta Ezequiel antes de la destrucción de Jerusalén, o que el músico James Milton Black durante la juventud de sus alumnos, tú y yo tenemos la responsabilidad de llevar a nuestros seres queridos ese mensaje de amor que los conduzca al arrepentimiento antes de que Cristo vuelva a buscarnos y sea ya demasiado tarde. De ese modo, «cuando allá se pase lista, y sus nombres llamen, ellos podrán responder y gozar las delicias celestiales».
«Trabajemos, pues, por Cristo, pregonando su amor, mientras dure nuestra vida terrenal; y al fin de la jornada con los santos del Señor entraremos en la patria celestial».