Ayudando a los demás, te ayudas a ti – Para el miércoles 15 de junio 2016
«“¿Cuál de esos tres te parece que se hizo prójimo del hombre asaltado por los bandidos?” El maestro de la ley contestó: “El que tuvo compasión de él”. Jesús le dijo: “Pues ve y haz tú lo mismo”» (Luc. 10:36-37).
“Si quieres que los demás sean felices, practica la compasión. Si quieres ser feliz tú, practica la compasión”. Dalai Lama
«EL ALCOHOL me va a matar, ¿verdad doctor?», preguntó William Griffith en su quincuagésima visita al hospital. «¡Y muy pronto!», sentenció el médico. «Entonces, deme una copita más y acabemos cuanto antes», pidió Griffith. «Te propongo algo —dijo el doctor—. En el cuarto de al lado hay un muchacho en muy malas condiciones. Es la primera vez que viene al hospital. Si te muestras a él como el ejemplo más crudo y real de dónde va a terminar si no cambia, quizás se asuste lo suficiente como para no beber más». Lejos de molestarse por la insinuación, William aceptó.
El joven del cuarto de al lado se sentía atrapado y sin esperanza. Era agnóstico, y no lograba superar el vicio por más que lo intentaba. «El alcohol es un poder externo a ti que te está derrotando, solo otro poder externo a ti puede salvarte. Si no quieres llamarlo Dios, llámalo verdad», le dijo William. Y tras oírse a sí mismo hablar de aquel modo, decidió fundar un movimiento: Alcohólicos Anónimos.* No solo ayudó a aquel muchacho, sino a millones de personas en todo el mundo.
Estoy segura de que en tu vida has pasado por experiencias negativas, ¿por qué, en lugar de esconderlas o relegarlas al olvido, no las utilizas para ayudar a quienes están atravesando situaciones similares? Eso es caridad. Caridad no es solo dar limosna, es darte a ti misma para sacar a alguien del pozo. Por haber sabido salir de sí mismo y actuar con desinterés William Griffith (1895-1971) ha dejado huella en este mundo encendiendo una luz en la oscuridad; y es que actuar de manera desinteresada deja grandes dividendos, siendo el primero de ellos la propia felicidad.
«Aquellos que dedican sus vidas al ministerio cristiano conocen el significado de la verdadera felicidad. Sus intereses y sus oraciones alcanzan hasta más allá de sí mismos. Crecen mientras tratan de ayudar a otros. Llegan a familiarizarse con los planes más amplios y las empresas más admirables, y ¿cómo podrán hacer otra cosa que crecer cuando se colocan en el canal divino de luz y bendición? Los tales reciben sabiduría de los cielos» (Servicio cristiano, p. 331).
¿Queremos ser realmente felices y recibir sabiduría de los cielos? Practiquemos la compasión. Vivamos para «convertir el mundo en un lugar menos difícil para los demás» (George Eliot, 1819-1880).