Sábado 20 de agosto 2016. «Al pasar» – Devoción matutina mujeres

Sábado 20 de agosto 2016. «Al pasar» – Devoción matutina mujeres

«Tú eres el Dios que me ve» (Gén. 16: 13, RV95).

“La obra del amor es la obra de prestar atención”. John Ortberg

LA VIDA DE JESÚS… ¡Qué continua sucesión de detalles profundos y significativos! Detalles que a veces es fácil pasar por alto, pero de todos ellos podemos extraer lecciones como si de un pozo de sabiduría se tratara; un pozo que nunca se agota.

Uno de esos detalles que fácilmente nos pasan desapercibidos se encuentra en Juan 9. Allí leemos: «Al pasar Jesús vio a un hombre ciego de nacimiento» (vers. 1, RV95). Seguramente era un mendigo que estaba pidiendo limosna. Jesús captó su presencia al vuelo, mientras pasaba, porque su mirada estaba entrenada en el amor, siempre al tanto de la necesidad humana y del sufrimiento ajeno; siempre pendiente de dónde podría él aportar esperanza, consuelo, fe y ayuda… En cambio, ¿cuántas personas pasan desapercibidas diariamente para nosotras, confundidas entre las imágenes y los ruidos trepidantes de la vida moderna? ¿Cuántos «invisibles» siguen poblando nuestras ciudades? El molesto niño que nos limpia el cristal en el semáforo; el pobre inmigrante que nos pide dinero a la salida del supermercado; los sucios mendigos a la puerta de las catedrales… Hemos aprendido a no verlos al pasar a su lado.

Para lograr ver «al pasar» lo que hemos aprendido a ignorar hay que tener la vista entrenada en la compasión, la gracia y el amor mostrados en la vida de Cristo. Hay que tener las manos acostumbradas a derramar bendición sobre la marcha; la mente, dispuesta a desviarse del camino propio hacia el ajeno. Hay que estar libre de la tiranía del reloj, de miedos y prejuicios, lista para poner ciertas cosas en segundo plano. Para tener un amor que presta atención hay que prestar atención al amor; a ese amor que Dios nos da en la quietud de nuestro hogar para que podamos derramar a raudales en el bullicio de las calles.

Todas vemos ante nosotras las mismas cosas; las imágenes son las que son, y no las podemos cambiar. Pero la mujer cristiana es la que decide mirar de otra manera; mirar como Jesús. Es la única forma de poder actuar también como Jesús. Para hacer lo que Jesús hizo, hace falta mirar como Jesús miró:* prestando verdadera atención, primero a Dios, y después a los demás; haciendo de Dios y de cada interlocutor lo más importante del mundo.

Radio Adventista

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