SORDOS A LOS ARGUMENTOS DE LA RAZÓN
“Llegará el tiempo en que todo lo que está encubierto será revelado y todo lo secreto se dará a conocer a todos” (Mateo 10:26, NTV).
El 27 de septiembre de 1540, la Compañía de Jesús (los jesuitas) recibía la autorización del papa Pablo III para actuar como una orden católica. Uno de sus principales objetivos fue liderar la así llamada Contrarreforma, que buscaba detener el avance de la Reforma Protestante en los países que habían pertenecido al Sacro Imperio Romano. En el libro Las huellas de los jesuitas, se afirma: “Los jesuitas, por su mismo llamado, por la misma esencia de su institución, están ligados a buscar, por cada medio, recto o malo, la destrucción del Protestantismo. Esta es la condición de su existencia, el deber que ellos deben cumplir, o cesar de ser jesuitas”.
En su libro El conflicto de los siglos, la escritora Elena de White describe el carácter de esta orden: “En toda la cristiandad se veía amenazado el Protestantismo por formidables enemigos. Pasados los primeros triunfos de la Reforma, Roma reunió nuevas fuerzas con la esperanza de acabar con ella. Entonces fue cuando nació la orden de los jesuitas, que iba a ser el más cruel, el menos escrupuloso y el más formidable de todos los campeones del Papado. Libres de todo lazo terrenal y de todo interés humano, insensibles a la voz del afecto natural, sordos a los argumentos de la razón y a la voz de la conciencia, no reconocían los miembros más ley, ni más sujeción, que las de su orden, y no tenían más preocupación que la de extender su poderío. […] Era un principio fundamental de la orden que el fin justifica los medios. Según dicho principio, la mentira, el robo, el perjurio y el asesinato no solo eran perdonables, sino dignos de ser recomendados, siempre que vieran los intereses de la iglesia” (pp. 215, 216).
Pero, a pesar de todos sus esfuerzos, la luz de la verdad lograba esparcirse cada vez más. Tal como había sido al comienzo del cristianismo, la sangre de los mártires era semilla que daba frutos aquí y allá, y la Reforma se extendió por toda Europa, hasta alcanzar finalmente también América. Esa luz disipaba el oscurantismo en que había caído la Europa medieval. Gracias a la invención de la imprenta, ahora la Palabra de Dios brillaba con nueva luz, iluminando el camino de los hombres hacia la salvación.
Hoy, no olvides que no hay nada que los hombres puedan hacer contra la verdad. Aun cuando todo pareciera estar contra los hijos de Dios, él siempre está en el control. No dudes de permanecer departe de Dios, aun contra viento y marea.