APARTARSE DE DIOS ACARREA ÚNICAMENTE CALAMIDADES
«Después de la muerte de Aod, los hijos de Israel volvieron a hacer lo malo ante los ojos de Jehová» (Jueces 4: 1).
ISRAEL FUE GOBERNADO por jueces cerca de 360 años. En ese periodo, el pueblo cayó muchas veces en la idolatría. Después de la muerte de Aod, juez de Israel, el pueblo volvió a hacer lo malo, al apartarse del verdadero Dios y adorar a los baales. Por lo tanto, fueron oprimidos con crueldad por 20 años por el rey de Canaán.
Más tarde, después de tener al fin reposo a lo largo de 40 años durante el gobierno de Débora, volvieron a hacer lo malo ante los ojos de Dios y fueron entregados en manos de Madián por otros siete años (Jueces 6: 1, 2). Fueron oprimidos con crueldad por los madianitas, quienes les quitaban sus cosechas, sus ganados y hasta sus tierras, a tal grado que se escondían de ellos en las cuevas de los montes. Entonces se levantó Gedeón para liberarlos de esa terrible esclavitud.
Cuando Abdón, uno de los jueces de Israel, murió después de gobernar por ocho años, el pueblo se olvidó de Dios y volvieron a la idolatría. Volvieron a hacer lo malo ante Dios y él los entregó en manos de los filisteos por 40 años (Jueces 13: 1).
Así que, vez tras vez, el pueblo se apartó de Dios y tuvieron que sufrir las consecuencias de su pecado. Muchas veces fueron sometidos a esclavitud de los pueblos vecinos hasta que despertaban a su realidad y humillaban. Su corazón. Dios tenía de ellos misericordia, los colocaba bajo su gracia y los tomaba de nuevo como su pueblo. Cada vez que el pueblo se apartaba de Dios, caía en opresión, desastres, calamidades y hasta muerte, porque estar fuera de la protección del Creador y Sustentador es estar a expensas de la desgracia y la esclavitud del pecado. La misericordia de Dios tiene sus límites y somos librados del pecado, mas no de sus consecuencias.
Si has aceptado en tu corazón al Señor y conocido el camino de la vida eterna, debes permanecer en él hasta el final, y evitar las frecuentes subidas y bajadas, mirando a Cristo hasta la redención. Juan afirma: «¡Sé fiel hasta la muerte y yo te daré la corona de la vida!» (Apocalipsis 2: 10). E. G. White declara:
Alzad los ojos, sí, alzad los ojos, y permitid que vuestra fe aumente de continuo. Dejad que esa fe os guíe a lo largo de la senda estrecha que, pasando por las puertas de la ciudad de Dios, nos lleva al gran más allá, al amplio e ilimitado futuro de gloria destinado a los redimidos (E. G. White, Joyas de los testimonios, t. 3, pág. 434).